martes, 13 de enero de 2015

Se trata de nosotras.

No es mi estilo pero tampoco lo era sonreír sin razón. No es mi estilo pero tampoco lo era parar un momento para pensar en lo mejor de la vida. No es mi estilo pero tampoco lo era ver los bonitos edificios en los que he crecido o el hueco de mi barbilla que nunca había conocido. No es mi estilo usar este blog para hablar del amor y esas gilipolleces, pero es que a veces se necesita.
Mi respiración entrecortada tiene razón de ser en tu rostro cuándo te acabas de levantar. Mi sonrisa embobada e inevitable acude a la llamada de tu voz; incluso cuándo no hay nada que decir, el silencio calmado y tranquilo que tu presencia completa es capaz de llenarme con tal facilidad que a veces me desbordo.
Todas las balas se han perdido, me hiciste tirarlas al río y me olvidé del miedo cuándo me tocaste. Cansada de disparar(me) busqué tu abrigo y tú, paciente, me explicaste la diferencia entre vivir y existir. Y tus manos curaron mis heridas, y tus ojos limpiaron mi alma, y tus labios me dieron una excusa para continuar. Pero no quieres, porque primero va nuestra felicidad y luego nuestra felicidad juntas. Porque debo ser feliz por mi misma y voy aprendiendo, pero me caigo demasiado. Pero ahí sigues incansable. 
Las palabras se quedan cortas para expresar todo lo que siento con solo nombrarte en mi mente. Hace tanto que me quedé sin diccionarios contigo que empecé a olvidarlos y limitarme a sentir, y a vivir, y a ser feliz. Pero aún sigo pensando en la descripción imposible. Aún intento explicar al mundo el por qué, y que vale la pena, y que siempre la valdrá incluso si se acaba. Porque se trata de nosotras y el resto no importa. Al fin del mundo si hace falta, cariño, pero que sea cogida de tu mano.